Ana Cabello, 66 años, tres hijos, nueve nietos. Pocos, pocos para tener tres hijos. Empecé a trabajar con La Norica tendría yo unos diez años, el año 18 o 19, con Martínez Couto. El primer año que lo puso él, trabajé yo. El año anterior murió Chaves. Yo a Chaves no le conocí, el primer año que yo fuí a pisar La Norica fue el primer año que su hija la puso con su marido. Y ya Chaves había muerto. Mi marido trabajó con Chaves, se llamaba José Bablé Tello. A mi marido le gustó siempre mucho La Norica, y entró desde niño, con don Luis, porque allí todos le decían don Luis, y entró para hacer un pastor y llegó a ser electricista de teatro. Llevaba el cuadro y todos los papeles lo hacía. Los muñecos no los movía, estaba también para pasar los muñecos para "la tabla" y recogerlos.
Para que los muñecos entraran en el escenario, dar la luz y ponerle a Batillo el capote, él era el que se lo ponía. Cuando yo lo conocí era un muchachillo, me llevaba a mí seis años. Tendría diecisiete años. Don Luis trabajaba allí como el primero, si había que hacer papeles los hacía... ¿mover? Eso no se lo puedo decir porque como yo no trabajaba. Don Manuel no movía muñecos, ni Consuelo, pero si había que trabajar lo hacían. Consuelo estaba para tocar el piano y cuando no había nadie quien recogiera los muñecos los recogía. Hay que estar en las puntas, para meterlos al escenario, uno los mete y otro los recoge. En este tiempo Juan estaba de portero y Juan lo que trabajaba era, que había que poner La Norica, enseguida lo llevaba y era él el que montaba la caseta y los muñecos, el que los colgaba, Porto. Pero el no trabajaba, el trabajó a hablar, así, después, al cabo de los años. El nunca quiso hablar. No servía. Era muy corto él. Ya don Manuel lo metió dentro a mover muñecos. Los domingos nos íbamos allí a las dos, o dos y media y ya no nos veníamos hasta que no terminábamos, a las diez o diez y media. Claro, mis hijos estaban conmigo. Allí abajo, en el escenario comíamos. Los chiquillos estaban allí siempre. Ellos estaban allí desde niños. "Yo he estado en La Norica desde que tengo uso de razón" - dice Eduardo. Allí me he criado". Ya cuando era un poquito mayorcito empezaba a hablar y a coger los muñecos y despues rriba, movía la Norica en la cama, y en fin... desde niño.
En la época de Chaves estaba Rosario, Miguel, Lolita. Rosario entonces no hacía la Norica, la hacía Esteve. Esteve era un campanero de la Iglesia de San Antonio, muy conocido de don Luis, porque don Luis era chochante y allí conoció a este campanero que estuvo trabajando muchos años con él. Después llegó a trabajar con Consuelo y con don Manuel, pero después hubo un disgusto y ya se fué. Estaba soltero y era viejote. Él movía los muñecos por abajo y arriba movía el toro y la Norica. Ya después lo cogió Miguel. Él hacía lo de los Reyes, tan bonito. El Rey venía en el caballo, subido y el Rey traía un alambre metido por el cuero, ¿comprende usted?, y en el caballo había así, un gancho, y por ahí se metía el alambre, y la patita del Rey traía también un alambrito puesto para aguantar la pierna y entonces cuando el caballo, lo parábamos nosotros, sacába él su Rey del caballo y el alambre lo levantaba así,que parecía enteramente que saltaba, y estaba muy bonito. Ya después lo pusieron de peana. Don Manuel lo puso de peana, como ahora salen. Como también cuando salía el demonio había una llama que se ecahaba con perrubia y un flumero que tenían, y soplaba este señor Esteve, y al soplar la perrubia, estaba esto encendido y hacía una llamarada grandísima cuando salía el demonio. Eso también lo quitó don Manuel. Al quitar el fluemario se puso un foco colorado.
Allí han trabajado mucha gente. Loaiza, también Moisés, hermano de la muchacha que hacía la Virgen. Entraron el mismo año que yo entré. Pero entraron porque hacía bien el papel, que después las cosas se han hecho como han querido. Con don Manuel se decía todo de memoria y no se podía cortar ni un poquito así, tenía que estar lloviendo y al ver que en la calle esperaba gente y entonces decía: "Venga abreviar un poquito". En la Norica no se rigen del libro, el libro tiene gracia, pero más gracia tiene lo que dicen ellos, lo que no se espera. Un día Antonio Ramírez dijo: "Madre mía de los Dolores, tu que haces tantos bienes y tantos dones, por qué no me mandas un sastre que me componga los pantalones?" Nos reímos una jartá con él. Y en el testamento también, dice: "Apunte usted un tarrito de bencina, que vale tres pesetitas" Y sale el muñeco del escribano, muy gracioso también, así de pie, que lo meneaba muy salao Miguel, dice: ¿Qué hago niño? Dice: "Se quite las manchas de la levita", eso cantando. ¡Lo que se armó! Hacía muchas cosas que no estaban en el libro ni nada, y Rosario igual, también ha tenido para eso mucha gracia. El libro del Nacimiento está en verso, muy bien dicho y el único que inventa es el pastor, el Cucharón. Dice: "También traía una telera y un papelón de pescao frito, pero me dió mucha hambre y me lo comí por el camino". Y los demás, pero quitando los pastores no podían meter morcillas. Del Tío Melones me acuerdo yo del primer acto entero. Y de la Virgen de la Palma, fuí yo quien la estrené, estaba ya casada. Los Pinocho, el Sueño de Batillo, muchas, que ya no me acuerdo. El Tenorio de Astrakán, no el de verdad.
yo sólo he viajado con la Norica a San Fernando, pero iba y venía por que no podía dejar la casa sola. Con Joaquín también estuve en San Fernando. Y con el suegro, D. Pedro Toro, sargento. Juan Porto es el que tenía las llaves y montaba y recogía todo. En el escenario entraban en mi época, abajo, para mover los muñecos, Rosario, Candelaria, yo, tres o cuatro había por la tabla, más no podía haber. Han pasado muchos, pero no fijos, mi hermana Rosario también pasó y Antonio, pero no fijos. En el puente Miguel Torre, Juan Porto, Candelaria, la hija de Rosario, los sobrinos de Rosario, Loaiza. En las luces mi marido, detrás estaba el piano que tocaba Consuelo. En los telares he conocido a muchos, al viejectio Baldomero, Manolo, dios de las aguas. La Lucy también estuvo en el puente, los mueve muy bien. La Norica antes, todos los muñecos eran de peana, por arriba sólo iba Tío Faustino, Batillo, la Norica, el escribano y el toro y por abajo el Tío Isacio, el médico. Ya después todos los pusieron por arriba, ya fué don Manuel, que siempre iba remozando. Del Nacimiento por arriba no salía más que el angelito, anunciando a los pastores, porque San Miguel también salía por abajo. La Norica hace así, pasa el toro, hasta que la engoleara, hasta que el toro la empitona y cuando está empitoná se echa el telón. Ella corriendo del toro y el toro corriendo tras ella. El médico antiguo, el de peana, salía en la taberna del Tenorio, de peana. El demonio perdió un brazo porque un niño en Sanlúcar de Barrameda, metió la mano y se lo llevó y la capa, por que la capa que tiene es la del Tío Isacio, que toreaba con la capa. La canina la sacaban en el Tenorio, cuando se lo llevan al infierno. "Los curritos" lo llegaron a poner, según tengo yo entendido, en los corralones, donde está Simago hoy y también dicen que lo pusieron en el Café Europa, también dicen que por la calle San José en una accesoría, en fin en muchas partes.
Testimonio recogido por Carlos Luis Aladro en 1975.
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